LOS GOBIERNOS LOCALES EN LA NUEVA NORMALIDAD

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Por Pablo Rojo

 

Los recientes anuncios del gobierno federal y las acciones emprendidas por los gobiernos estatales están claramente poniendo fin a una etapa en el manejo gubernamental en la contingencia general para enfrentar la pandemia, provocada por el Covid19, y que se caracterizó por la suspensión de un gran número de actividades. En esta nueva etapa la mayoría de las actividades económicas que no implican grandes concentraciones de personas están volviendo a realizarse con los cambios, ajustes y nuevas medidas sugeridas.

Los empresarios, comerciantes y prestadores de servicios grandes y pequeños, están con la idea de regresar producir, a vender productos, a prestar sus servicios, de manera que puedan ir compensando las pérdidas que trajo la contingencia de varios meses. Sin embargo, difícilmente las actividades económicas podrán ser realizadas en el nuevo contexto “post cuarentena” de la misma forma en que se realizaban tan solo al principio de este año.

El gobierno federal, los gobiernos estatales, las cámaras empresariales y otras instancias han difundido rápidamente nuevos protocolos, regulaciones, medidas de y técnicas sanitarias que dan a los consumidores y usuarios un mínimo de confianza para visitar los locales o solicitar los servicios en sitio en caso de que así se requiera. Hay que destacar que dichos protocolos, prácticas y recomendaciones por ahora son sólo eso, una serie de medidas sugeridas que no responden a una reglamentación ni normatividad formal específica. Sin embargo, su no observación puede excluir a los negocios que no las sigan y, sin duda, generar la posibilidad de rebrotes de contagios a una tasa mayor de la que la autoridad consideró para permitir la reanudación de actividades.

Desde hace unas semanas los gobiernos estatales han tomado un papel más activo en cuanto a la toma de decisiones y regulación de la reactivación de la economía local. Sin embargo, poco a poco los gobiernos estatales estarán dejando tanto la toma de decisiones como la supervisión y regulación en manos de los gobiernos municipales. Situación que, por cierto, ya difícilmente va a cambiar es decir: en lo sucesivo será una de las funciones muy importantes para los gobiernos municipales.

Ahora bien ¿están preparados los municipios mexicanos para asumir esta responsabilidad? ¿Un rebrote de contagios local será responsabilidad exclusiva de ellos? Vamos por partes. Los gobiernos municipales mexicanos son muy distintos entre sí. Hay básicamente sólo dos modelos de municipio: el modelo que tiene un ayuntamiento encabezado por un cabildo cuyas autoridades se eligen por el sistema de partidos políticos y el modelo de municipio los de usos y costumbres cuyas autoridades se eligen por un sistema diferente basado en costumbres comunitarias ancestrales. Sin embargo, las diferencias entre aquellos con el mismo modelo pueden llegar a ser enormes. No es lo mismo un municipio urbano que uno rural, uno que integra un área metropolitana a otro ubicado en zona desértica, uno costero a otro de altiplano, uno turístico a otro industrial, uno fronterizo o a otro integrado por comunidades indígenas.

Dicha diversidad no es tampoco algo que vaya más allá de la complejidad y diversidad de un país como el nuestro. Por lo que la autoridad local cobra sentido precisamente por esa situación, y es por lo tanto la que está en condiciones de conocer mejor el contexto de cada región o microrregión y la que puede lograr comunicar de la manera más adecuada las recomendaciones para superar una situación de contingencia como la que estamos viviendo.

Por lo tanto, en cada región, en cada comunidad las condiciones son distintas. Un municipio urbano que no logra salir aún del semáforo rojo sanitario tiene condiciones que no se parecen a las de otro, aunque sea del mismo estado, que casi todo el tiempo ha estado en verde. Un municipio o localidad que recibe diariamente a cientos o miles de visitantes o trabajadores de otros lugares tiene condiciones muy distintas a los municipios cuya población casi no sale de su comunidad y que recibe muy pocos visitantes al día. Las condiciones de hacinamiento urbano no son comparables con el distanciamiento que hay entre la mayoría de las unidades productivas rurales.

No obstante lo anterior, los municipios comparten muchos problemas y limitaciones para su buen desempeño. En primer lugar, los recursos. Presupuestalmente son el nivel de gobierno más pobre del país tanto por lo que reciben por la coordinación fiscal como por lo que logran recaudar en impuestos y derechos. Esa precariedad presupuestal no les permite desarrollar grandes proyectos ni tener una plantilla profesionalizada de personal. Por lo tanto, no siempre se encuentran en condiciones de prestar servicios en cantidad y de calidad suficiente para lo que cada comunidad requiere.

Por otro lado, no es raro que haya una deficiente administración de dichos recursos. Si bien son escasos, no siempre están adecuadamente administrados. En muchos casos suelen tener heredadas nóminas muy costosas que no les permiten tener solvencia para echar a andar proyectos. La optimización del uso de los recursos no siempre es la prioridad, por lo que su actividad suele pasar a segundo término y ser fácilmente rebasados por el gobierno estatal, incluso, en algunos casos, los recursos que llegan directamente desde la federación son más importantes que lo que gastan los niveles locales de gobierno.

Pero bueno, el problema de fondo es que no hay un servicio civil de carrera en los gobiernos municipales del país. Es decir, no se cuenta con un cuerpo profesionalizado y estable en las administraciones locales y esto redunda enormemente en las capacidades de gestión y de acción de dichos gobiernos. Por lo tanto, la toma de decisiones local no es fácil cuando no hay un marco normativo, ni una experiencia en el diseño, aplicación y monitoreo de las políticas públicas. Para que un gobierno pueda realizar intervenciones más o menos exitosas se requiere de una buena planeación, diseño organizacional y conducción adecuada de las acciones a emprender. Al mismo tiempo, un sistema de monitoreo y evaluación que permita dar una retroalimentación casi en tiempo real. A falta de ello, se opera generalmente bajo total improvisación que, en estricto sentido es mejor que no actuar pero nunca podrá ser un intervención que optimice recurses que focalice bien sus acciones y que tenga claros los objetivos a alcanzar.

Así es que, si bien lo importante es que los gobiernos locales no se queden pasmados y sin opinión, la mejor de las actitudes es que lo hagan de manera más informada, más estructurada, con mejor visión, aprovechando mejor sus recursos y con ello, generando condiciones de gobernanza local, es decir, creando un ambiente de certidumbre, tranquilidad y confianza a para todos los habitantes y visitantes de su localidad.

La economía se desarrolla y se fortalece cuando está rodeada de un ambiente de confianza. El gobierno local puede ser justo la instancia que promueva ese ambiente de confianza al ayudar a la reactivación de pequeños y grandes negocios en condiciones que aseguren a tanto a su interior como hacia el exterior. Las medidas, protocolos y recomendaciones están representando costos a los productores, comerciantes y prestadores de servicios. Sin embargo, no hacerlo saben bien ellos que los puede excluir del mercado. Su responsabilidad va de la mano con el futuro de su negocio, lo que se llama autorregulación. Promover y dar insumos para que las unidades productivas y los negocios abiertos al público se autorregulen es la mejor estrategia a seguir por parte de las autoridades locales. Este tipo de acciones de bajo costo evita que los gobiernos locales intenten realizar funciones de supervisión que no tendrían realmente la capacidad de hacer adecuadamente. Además, una supervisión dura o tan solo verificadora de recomendaciones que pueden estar fuera de contexto, en vez de ayudar inhibiría la actividad local. Por otro lado, tampoco es función de la autoridad local actual sólo como policía, criminalizando a los actores económicos.

Los gobiernos locales tienen una gran oportunidad de crecer al asumir la responsabilidad del bienestar y salud de su población en la etapa que está por iniciar. Las acciones de regulación, de supervisión, de información y de apoyo al buen desempeño de las actividades locales serán determinantes para que, por un lado, no haya rebrotes de contagios a nivel local y, por otro, para que los sectores dañados de la economía local no sólo se recuperen, sino que pueden tener nuevas oportunidades de crecimiento.